sábado, 27 de julio de 2013

CAMBIO

Cuanto tiempo sin pasarme por aquí. Un problema de tiempo. De no llegar a todas las cosas. Y de cambios importantes. Digamos que cambio de clientela y mis queridos quinquis van a ser otros quinquis. Dejo los que tenía y tendré otros porque cambio de instituto. La vida del funcionario es así. En parte yo lo he querido y en parte las circunstancias así lo han favorecido. He pasado días muy duros al separarme de los chavales. No sabía despedirme, no podía y ellos no me han ayudado. Me han ido persiguiendo hasta el último minuto diciendome cosas que me guardo para mí como el tesoro más valioso de mi profesión, la mejor -y única- recompensa. Es muy grande que te den las gracias por estar a su lado, por ayudarles, por escucharles, por reñirles, por darle caña, por ser severa, por ser cercana. Al enterarse que el curso que viene no me tendrán han llorado, me han apluadido, me han aupado del suelo -son tiarrones- y me han abrazado. Yo también he llorado delante de ellos porque se rompe un hilo emocional increíble y porque les quiero mucho pese a ser auténticos chorizos, o quizá precisamente porque lo son. Porque ni ellos mismos creen en sí mismos; y sólo si crees en el ser humano eres capaz de tenderles la mano y tirar de esa persona. Hay esperanza para todos sin excepción. El horizonte que me espera me es conocido, el perfil de los chavales también. Y sé que me volveré a enganchar en sus historias, conflictos, dificultades, trastornos. Y les querré y les pondré a caldo a partes iguales. Pero mis choris de ahora, ay ¿qué será de ellos? Chupitos melancólicos.